Crítica: 13 Fantasmas (1960)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1960: Donald Woods (Cyrus Zorba), Martin Milner (Benjamin Rush), Charles Herbert (Buck Zorba), Jo Morrow (Medea Zorba), Margaret Hamilton (Elaine Zacharias), Rosemary DeCamp (Hilda Zorba)

Director: William Castle, Guión: William Castle

Trama: Los Zorba pasan por un momento económico apremiante, pero justo fallece el tío de Cyrus – el jefe de la familia – y les deja en herencia una fabulosa mansión. Sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que los Zorba escuchen gritos y vean objetos que se mueven solos en toda la casa. Las sospechas de que se trata de una casa embrujada se confirman cuando encuentran el diario del antiguo dueño, en donde el mismo confiesa su pasión por lo paranormal y que ha encontrado el método para capturar y retener doce fantasmas de distintas partes del mundo, los cuales liberó en la mansión poco antes de morir. Y, por si todo esto fuera poco, en el mismo diario el viejo Zorba profetiza que uno de los nuevos ocupantes va a morir de manera horrible antes que termine la semana, cumpliendo con su demorado y retorcido deseo de acumular trece almas en pena bajo el techo de su última morada.

  13 Fantasmas (1960) Este es otro engendro de William Castle, el rey del canapé recalentado. Un tipo con poco talento artístico pero un genio de primera en cuanto al marketing de guerrilla, que lograba recaudar fortunas con bofes como éste. Ciertamente no toda la obra de Castle es abominable – el hombre fue agarrando oficio con el paso de los años y varios de sus filmes son más que potables -, pero 13 Fantasmas es inexplicablemente popular, más allá que todos coinciden en que se trata de una bazofia. Quizás esto ocurra porque en 1960 las ingenuas audiencias de todo el mundo caían rendidas a los pies de Castle gracias a sus trucos publicitarios – en este caso, unos lentes especiales que se ponían durante las apariciones de los fantasmas y los resaltaban sin ser necesariamente 3D – y por ello la gente conserva un recuerdo entrañable y amable del film, pero hoy en día – con el público cinico y desangelado que prospera en las salas de cine, entre los cuales me incluyo – el análisis forense dictamina que se trata de un bodrio insalvable.

El filme está plagado de problemas de todo tipo, comenzando por el espantoso casting. Ninguno de ellos sabe actuar, la mitad hacen de idiotas y la otra mitad hacen de locos. Está Martin Milner, siglos antes de las series de TV Ruta 66 y Adam 12; está el horrendo actor infantil Charles Herbert (el mismo de Coloso de Nueva York y La Mosca); y hay un naboletti que hace su mejor imitación de Fred McMurray – ingenuo, bobo e incompetente -. A la historia le importa un pito la coherencia – el anterior dueño recolectó fantasmas de todo el mundo (???) y los soltó en su mansión; los fantasmas se pueden ver sólo con unos visores especiales; hay un dinero perdido que el ambicioso de turno desea zamparse de manera clandestina; y hay objetos que se mueven solos, tirados por una piolita en el aire -, y la película amenaza (aunque sólo se queda en la intención) redimirse con las apariciones de los fantasmas, que son demasiado insulsas y escasas. ¿Para qué vender humo con 12 fantasmas, si sólo aparecen 3 o 4?. ¿Por qué ensalzarse con diálogos terribles cuando lo que se precisaban eran más sustos?. Para colmo los shocks de Castle son de chico de cuarto grado: gente fea que le toca el hombro al protagonista en el momento menos pensado, puertas que se abren solas, fantasmas pésimamente hechos que intentan atacar a humanos – aún cuando las imágenes superpuestas no coincidan, y cada zarpazo de la abominación pase a 100 kilómetros de distancia de la cabeza de la víctima humana -, etc, etc.

Sin dudas 13 Fantasmas debe ser una joya para los fans de William Castle pero, para el resto, es un ejemplo de mal cine. El argumento tenía su potencial, pero la ejecución incompetente arruina todas sus posibilidades. Ni aún en una tarde de sábado – con lluvia y varias cervezas encima – logra zafar como corresponde.

Años más tarde la productora de Robert Zemeckis haría una remake, algo más potable pero con su propio caudal de errores.